María Magdalena se arrepintió de todo corazón de sus pecados. Lo natural según la costumbre judía hubiera sido que Jesús no permitiera ni que le tocara el manto, sin embargo, el Señor permitió que le lavara los pies con su propio pelo y lágrimas y derramara una botella de perfume. Esto ofendió mucho al judío que había invitado a Jesús a comer, pero en esa reunión el Señor enseña algo muy grande para todos nosotros, escucha este mensaje y compártelo en redes sociales.
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