Todos tenemos fe


Todos tenemos fe. Sí, todos tenemos fe. Independientemente de la ideología o culto o religión, incluso ateístas, todos, tenemos fe.

Existe un pasaje en la Biblia que me fascina y que vale la pena observar a detalle, se trata de un hombre cojo de nacimiento que pide dinero en la puerta llamada “La hermosa”, esto se encuentra en los primeros versículos del capítulo 3 de Hechos. Pedro y Juan se dirigen al templo y entonces se encuentran con éste personaje que, según relata el versículo 5 “él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo”.

En el contexto del relato, resulta evidente que el hombre esperaba recibir “algo” de dinero, sin embargo, luego de que Pedro lo mirara fijamente le expresó que no tenía oro ni plata pero lo que tenía le daba y en el nombre de Jesús le ordena levantarse, es decir, ser sano. La fe de “recibir algo” permitió que el milagro tuviera lugar.

Y es que la misma Biblia define en Hebreos 11:1 que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, en otras palabras fe es simplemente lo que esperas, lo que anhelas, lo que de alguna manera sabes que ocurrirá sin que sepas propiamente cómo pasará, pero que tienes la certeza de que llegará. Así sucedió con el cojo de nacimiento, él esperaba recibir “algo”

Como muestra de que todos tenemos fe, te invito a que pienses qué harás mañana temprano...Probablemente tu respuesta fue que te levantarías al baño y después te cepillarías los dientes, o tal vez pensaste en que irías a trabajar o saldrías a ejercitarte, bien, aunque ninguna de esas cosas han sucedido tú sabes que pasará, sabes que harás esas cosas, ese acto de saber y esperar que sucedan esos eventos tan cotidianos son un acto de fe.

Jesús dijo que si tuvieras fe como un granito de mostaza dirías al monte muévete y entonces se movería, aquí vemos que el proceso de la fe es esperar a que suceda pero también hablar o confesar eso que sucederá, Dios llama a las cosas que no son como si ya fueran (esto da para otro tema), pero hoy quiero centrarme solamente en que todos tenemos fe y para ello deberíamos hacer otro ejercicio: ¿qué estás esperando en este momento?, ¿cuál es tu sueño más anhelado en este tiempo?, Permíteme darte una muy buena noticia: Si aprendes a usar tu fe, todo es posible.

Aunque podamos tener fe en nosotros mismos, o en los amigos, el dinero, o en la propia vida, cuando alineamos nuestra fe a las promesas que Dios nos ha dejado escritas en el antiguo y nuevo testamento, entonces ocurren cosas mil veces más maravillosas como en el caso del cojo, sinceramente él no esperaba caminar, nunca en su vida había podido saltar o correr, él esperaba recibir algo de dinero y la verdad que el dinero no podía sanarlo, sin embargo se topó con la promesa de Jesús a través de sus discípulos y cuando la fe se unió a la de ellos centrados en la promesa de sanidad, sucedió el milagro y su vida no volvió a ser la misma.

Hay mucho más que aprenderemos acerca de la fe y que estaré escribiendo próximamente, pero no quiero dejar de lado la oportunidad de invitarte a que invites a Jesús a vivir en tí, a cambiar tu vida, es tan simple como orar en voz alta pidiendo a Dios que perdone tus errores, que confieses en voz alta que Jesús es el hijo de Dios que murió y resucitó para reconciliarte con Dios el Padre y que le abres este día tu corazón para que viva en él y te transforme. Permítenos orar por tí, escríbenos un correo electrónico y uniremos nuestra fe a la tuya.



Edgar Torres. Mentor en Centro Cristiano Nueva Visión.

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